martes, 30 de agosto de 2011

Culequera

Sinónimo de contentura en la República de Cañaboncito (Caguas, Puerto Rico). Así anda la escritora. Es que esta sociedad NO anónima de colaboración extrema, inaudita y solo comprensible para seres nobles de espíritu que hemos creado, le está rindiendo frutos. Sus amigos de Echando Lápiz le han dicho que adoran sus cuentos. Y los de LAIA (Latin American Intercultural Alliance) la han honrado con un reconocimiento. Para ella (la escritora) estas cosas validan lo que sabe hace tiempo: que su misión en esta vida es vivir del cuento, que nació para escribir y que tiene la gran fortuna de haber descubierto su pasión (hay gente que se muere sin adivinarlo). ¡Solo espero que me dé el debido crédito!
En principio eso de osar escribir lo que soñó el dinosaurio de Augusto Monterroso (Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.) me pareció un atrevimiento mayor. Pero según me leía el cuento, me imaginaba al dinosaurio con el corazón en la boca, teniendo un sueño futurista, y a Don Augusto sonriendo en el cielo de los escritores. Que dicho sea de paso, está lleno de estantes, repletos de libros con olor a guardados por una eternidad. La lectura de ejemplares digitales supone una visita de 957 años al purgatorio y al que agarren recitando la tabla del ocho lo envían expreso al infierno. ¡Ah, el paraíso!
Nada, que estoy contenta por ella. Por eso y por su empecinada determinación; que no importa lo que pase (o no pase), quien esté (o quien se haya ido), todo lo que gane (o lo que haya perdido) está decidida a ver el vaso tres cuartos lleno, no a considerar el vaso un cuarto vacío. ¡Bravo por ella, coño!
NOTA DE LA ESCRITORA: La PEPA me ayudó a ir a España, en Toledo descubrí mi pasión por la lectura, leer me llevó a escribir. Escribir es mi vida.
Gracias PEPA, de tacas de charol, collar de perlas, que tira pa’l monte si le apetece y con quien le agrade. Crítica rigurosa de mis escritos, solidaria y feminista “light”. ¡Te admiro PEPA!