viernes, 30 de septiembre de 2011

A Joaquín (Ramón Martínez) Sabina

Mi tan querido Joaquín Ramón
Intentaré hacerte un tributo
utilizando tus propias palabras
“A la vuelta de la esquina
estaba una depresión esperándome”

Me la imaginé sentada en un banco,
silenciosa, derechita, muy propia.
Con el cabello al hombro.
Blusa blanca, radiante, planchada.
Falda a cuadros, encima de las rodillas,
en tonos rojos, naranja y marrón.
Las manos en su regazo y las piernas juntas.

No necesita mirar impaciente hacia la esquina
anticipando tú llegada, tal vez a la deriva.
Está segura de que tarde o temprano
alguna desgracia asomara su nariz a tus noches,
sabemos que duermes de día.
Y entonces ella se levantará,
se acomodará la falda, el cabello, la blusa
y caminará contigo, paso a paso,
callada, discreta, sumisa.

Siendo cómplice de tú historia atropellada,
llena de rasguños, úlceras y moretones;
de vaivén entre el exceso y las carencias.
Sabiéndote angustiado por las faltas de ortografía
con que escribes tu Ridiculum Vitae.
Mientras, ella, elegante, segura, paciente
lee tus oraciones magulladas
con ojos entrecerrados y sonrisa de Mona Lisa.

La vida son muchos bancos y muchas esquinas.
También te aguarda sentada Esperanza,
con los rizos al viento, muchas pulseras
un vestido verde, luciendo unas buenas piernas.
Joder, siempre te olvidas de ella,
tan solidaria, tan puntual, tan leal, tan amiga.
Te espera para darte un alivio,
concederte un espejismo de alegría
una razón, una excusa, una ilusión,
cualquier cosa, con tal de que te rías.

Dado que la acera de la vida es tan estrecha
no hay espacio para tres,
como no sea andando en fila india.
Lado a lado ni pensarlo,
esas dos no congenian ni armonizan.
Entonces Depresión se retira,
Refinada, cautelosa, altiva.
Y se sienta a esperarte, sin prisa,
a la vuelta de la próxima esquina.

©Haydée Zayas