domingo, 29 de agosto de 2010

Feminista "light "

Estaba la escritora leyéndole un cuento a su sobrina de 8 años, La princesa vestida con una bolsa de papel, de Robert Munsch (Robertito para nosotros). Según lo que recuerdo, el cuento más o menos iba así: la princesa andaba riéndose sola y suspirando por un príncipe y se iban a casar. Pero vino un dragón, de esos de aliento tan apestoso que botan fuego y le quemó el castillo, los hermosos vestidos y se llevó a su príncipe. Elizabeth, así se llamaba la princesa, solo encontró una bolsa de papel para cubrirse y con ese atuendo se fue tras el dragón. Sobra decir que con su astucia e inteligencia cansó al dragón, tanto, que se quedó dormido y ella pudo rescatar a su príncipe.
Hasta aquí la historia ya me gustaba. Una chica decidida, que luego de los cinco minutos que uno siempre debe darse para llorar, tomó acción.
Ah, pero cuál no sería la sorpresa de Elizabeth cuando el príncipe en vez de recibirla con agradecimiento, le cuestiona que ande en esa facha y con la cara sucia.
En este punto yo pensé: ¡pero qué príncipe mas cabrón!
Sentí un alivio inmenso cuando la sobrinita preguntó: ̶ ¿Ella lo mandó al caramba, verdad?
Comencé a brincar y a correr por todo el patio. ¡Hay esperanza, hay esperanza! Sentí como se me hincharon los cuernos de orgullo y tranquilidad.
Coincide la lectura de La princesa vestida con una bolsa de papel con la de Caperucita y el lobo machista, escrita por Arturo Pérez Reverte (www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/538/caperucita-y-el-lobo-machista/). En esta historia caperucita (aquí la adapto al vocabulario puertorriqueño) vive de los cupones y el desempleo, es inmigrante ilegal, lleva uñas postizas, el sobrepeso en la cintura y es madre soltera. Se dirige a casa de la abuelita, que vive sola desde que el abuelito le dio una pela de madre a Caperucita, por malcriá y bocona y Caperucita lo denunció por maltrato infantil. Ahora el abuelito está preso y sufre las consecuencias de doblarse a coger el jabón del piso cada dos por tres. Bueno, iba Caperucita por el bosque a ver a la abuelita y se encuentra con el lobo (un lobo chuchin, con trencitas, mucho bling bling y flow), y él quiere saber a dónde va y ella le responde ̶ a donde me da la puñetera gana. ̶ El lobo se enoja y en venganza, luego de una intolerable violencia de género, se come a la abuela y luego a Caperucita, pero ya saben, llega una pareja de cazador y cazadora y él, siempre tan agresivo, quiere matarlo, pero ella no lo deja, por ser un animal en peligro de extinción.
Bueno, esto me sirvió para descubrir algo de mí (¡a esta tierna edad!): soy feminista “light”. O sea, que si la situación lo amerita, debemos asumir posturas o tomar acciones extremas, PERO esto no debe ser una posición inflexible.
¿Qué hacer si tu pareja te trata como basura? Pues dejarlo, por supuesto (más abajo vive gente…). Pero tampoco se trata –digo yo- de sumirse en una postura tan radical y opuesta a la boba-de-la-película que pierdas de perspectiva las cosas lindas de ser hembra.
Que si yo me pusiera ropa y pudiera andar por ahí, me iba a Marshalls con Jacinta Marín (www.losimeilsdejacinta.com/), me compraba unos buenos mahones y una blusa pegadita y me unía a su Guerrilla Agrícola.

lunes, 2 de agosto de 2010

¿Por qué las gallinas son tan maravillosas?

Sucede que la escritora, esa, a la que le dicto mis ideas y una de sus decenas de primas, estaban conversando en su terraza. De fondo tenían un atardecer colorido, brisa fresca y dos botellas de vino. Intentaban descifrar los enigmas más recónditos en el universo, las personas, el corazón y la mente humana. Y yo me dije, PEPA, estas acabarán borrachas, llorando y hablando de hombres. De todas formas les di el beneficio de la duda… Las escuchaba, mientras me hacía la desentendida, y mascaba yerba sin prisa. Ensartaban los porqués uno detrás del otro, como si fueran pepitas en un collar de camándulas.

El tono de la conversación y la seriedad de las dudas subían y bajaba como una montaña rusa. Desde las interrogantes más sublimes hasta las más banales. Incluyendo las más serias hasta las que provocan risa. Pasando por las preguntas obvias y por las que no tienen respuestas. Sin olvidar los asuntos regionales ni los internacionales.

¿Y por qué se murió Willie, la única esperanza de enderezar a este país? ¿Por qué los hombres dicen que te llaman después y ese después no es en un par de horas, como haría una persona razonable, sino en algún momento, antes de morirse? ¿Por qué Angelina Jolie es más… peor que las cabras y en ella es glamoroso y en el resto no? ¿Qué hace que una mujer maltratada siga al lado de su agresor? Tiene que haber vida en otros planetas, imposible que las condiciones idóneas se den solamente en la Tierra, ¿verdad? ¡Claro! Estoy segura que la maestra de química que tuve en séptimo grado era marciana. ¿Has visto la serie de reportajes del periódico el país? Los agujeros negros del planeta. ¿Por qué habrá pobreza tan extrema? ¿Cómo es posible que haya en Bangladesh alrededor de 700,000 niños viviendo en la calle? ¿Por qué hay que reírse siempre para las fotos? Ahora dicen que Cristiano Ronaldo es gay. ¡Ja! Yo lo sabía. Cuando lo vi en un vídeo en YouTube corriendo y jugando con los perros en la piscina de su casa, le vi el cantito afeminado. ¿Y que hacías tu ligando a Cristiano en YouTube? Cultura popular, eso es cultura popular.

Echándose en la copa lo que quedaba en el culito de la segunda botella de vino, la prima tuvo un momento de profunda inspiración y soltó esta pregunta: ¿Por qué las gallinas son tan maravillosas? Sin restarle mérito a las preguntas serias y profundas que surgieron en esa velada esotérica, holística y ecléctica… ¡Por fin formularon una para la cual tengo respuesta! ¿Qué por qué las gallinas son tan maravillosas? Porque mientras más gordas las caderas y mas flacas las patas se consideran más bonitas. Porque mientras más movimiento y sandungueo al caminar, lejos de ser vulgar, mas estirpe tiene la emplumada. Porque aprecian a las más viejas por su excelente caldo y por si fuera poco, está muy bien visto que cacareen a todo pulmón cuando el gallo las pisa. ¡Por eso las gallinas son tan maravillosas!