sábado, 3 de abril de 2010

Crónicas de PEPA

El comienzo

Soy parte de un gremio antiguo. Ejerzo un oficio artesanal, en el que nada es nuevo. Todo se ha hecho. Todo se ha dicho. Si no hay novedades, ¿cómo se distinguen las buenas de las regulares? ¿Cómo saber quien descuella? Cierto es que siempre hay unas con más habilidades que otras. Más arriesgadas, atrevidas, transgresoras de normas, más audaces, o… llanamente con más talento.

Soy escritora. ¡Aja! Apuesto que habían pensado otra cosa.

Pero aquí no pintaré mucho. Este blog no es mío, es de PEPA, ella es la que manda. Es quien me dictará qué escribir. Ha decidido que se actualizará el blog cada quince días, salvo que algo le llame poderosamente la atención y “la jefa” estime meritorio expresarse al respecto inmediatamente. No es mucho lo que puedo anticiparles en relación a los temas. PEPA puede emitir su interpretación, reservas, dudas u opinión sobre cualquier evento, hecho histórico, tema humanístico (esos particularmente le gustan mucho) o noticia de actualidad en cualquier parte del mundo.

Pienso que si les cuento algunas cosillas que le gustan tal vez podamos tener una pista de por dónde irán sus columnas. PEPA lee la versión electrónica de periódicos de diferentes países. Es puertorriqueña, pero particularmente examina el diario El País con la fidelidad de un exiliado. Y cuando le da con lo de española, ¡joder! Que hasta dice las tres o cuatro palabras que se conoce. Es generosa, le cuesta decir que no (tiene dudas de si esto es virtud o defecto), admira las mujeres emprendedoras, a la gente con pocos complejos, le gustan los machos altos y los buenos escritores.

¿Y qué hago yo de escribana de PEPA?, se podrán preguntar. Pues, le debo gran parte de mi formación. Me atrevería a decir que la parte que me marcó la vida, la que más me disfruté. Cuando me fui a estudiar en la Fundación José Ortega y Gassett en Toledo, España. Iba llena de interrogantes, no tenía idea de lo que me esperaba. Nunca me había montado en un avión y, ¡el primer viaje que doy fue ruta San Juan – Madrid! Llevaba poco dinero. El resultado de la venta de unos pasteles que hizo mi madre y la ganancia de la venta de mi mascota.

Se vendió tres veces. La primera a mi tío mayor. Cuando supo para qué necesitaba el dinero, me regaló el monto y me devolvió la mascota. La segunda fue a un primo, quien se sintió presionado a realizar el mismo gesto solidario. Para la tercera, yo ya estaba en España y me llegaron otros cincuenta dólares, cuando el cambio era en pesetas y más los necesitaba.

Ahora ella vive en una finca enorme, la vida le ha dado algunos golpes que le han lacerado los cuernos, pero sigue tan optimista y creyente en la bondad y en el amor como siempre.

Esa es PEPA, mi antigua mascota, una cabra. Este blog será su interpretación del mundo, de la vida, del ser y cualquier otra cosa que se le ocurra a ella.

4 comentarios:

  1. cuando era una nena, tenía una muñequita de esas de farmacia que venden en una bolsa plástica que cuelgan en un carrusel de juguetitos que son la fascinación de los niños en las farmacias de pueblo... y se la vendí a mi abuelo para comprarme una muñeca grande, de pelo negro con un vestido blanco de los 60... bella. ¿a que no sabes cuál tengo todavía? adivinaste, la muñequita! mi abuela (aunque realmente sospecho que mi abuelo) la puso en el altar junto a todos estos santitos y santitas que la cuidaron tanto que ésa fue mi herencia. ¿le puedo llamar PEPA?

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  2. Haydee: Me alegra mucho ver finalemnte este blog en el aire! Quedo suscrito a lo que Pepa tenga que contarnos. Salud!

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  3. Por supuesto que la puedes llamar PEPA. Un honor!
    Que vivan las PEPAs!!!

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  4. Gracias Isaac!
    A ti y a todos les pido paciencia respondiendo... no por falta de interés o de tiempo, sino de experiencia en esto del "blogueo". Pero ahí vamos, ahí vamos!

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